Salud Preventiva.
La Iniciativa de Salud Sexual y Reproductiva del Proyecto Nacer se fundamenta en el marco conceptual de servicios amigables al adolescente de la Organización Mundial de la Salud, el cual incluye las siguientes prácticas: accesibilidad, aceptabilidad, equidad, idoneidad, y efectividad (Goicolea et al., 2016). La accesibilidad es potenciada por las siguientes condiciones: servicios a bajo costo o gratuitos, horas de operación flexibles, localidad accesible, jóvenes conocen de los servicios y como obtenerlos, existe alcance y divulgación a la comunidad (Goicolea et al., 2016). Según Goicolea et al. (2016) la aceptabilidad se promueve al: a) apoyar políticas y procedimientos que garanticen la práctica de la confidencialidad, b) la actitud de los proveedores de servicio incluye proveer información, apoyar la toma de decisiones de los jóvenes, motivar y no juzgar, c) asegurar un ambiente adecuado con privacidad y seguridad física, d) desarrollar estrategias para recolectar información sobre la percepción de los jóvenes de los servicios. El dominio de equidad para los servicios amigables al adolescente se promueve con garantizar la diversidad del equipo de trabajo que provee el servicio y donde los profesionales ofrezcan un trato de respeto igualitario independientemente del estatus del joven (Goicolea et al., 2016). La idoneidad se apoya a través de las siguientes condiciones: tener mecanismos de referidos apropiados para recibir otros servicios, equipos multidisciplinarios y al promover acercamientos holísticos en la provisión del servicio que no limitan a la razón específica para la consulta. Por último, el dominio para proveer servicios efectivos que sean amigables al adolescente incluye las siguientes condiciones: profesionales cumplen con competencias requeridas, existen los protocolos para el servicio, y recursos apropiados (Goicolea et al., 2016).
La Iniciativa de Salud Sexual y Reproductiva del Proyecto Nacer tiene el propósito de atender a jóvenes en diversos niveles de riesgo, (que no están ligados a su edad) sino a su exposición a conductas de riesgo y sus resultados; al momento de ser intervenidos. Para identificar los niveles de riesgo según exposición a conductas sexuales de riesgo se utiliza las clasificaciones de Hughes y McCauley (1998) que se basan en las teorías del Aprendizaje Social y el Modelo de Creencia de Salud. Las categorías de exposición a conductas sexuales de riesgo incluyen: bajo, mediano y alto nivel de riesgo (Hughes & McCauley, 1998).
Hughes y McCauley (1998) describen en su estudio las teorías que generalmente cimentan el diseño de las intervenciones de salud sexual y reproductiva en los jóvenes, una de ellas es la teoría del desarrollo del adolescente, la cual parte de la premisa que para poder cubrir las necesidades personales y sociales, los jóvenes deben desarrollar unas herramientas fundamentales, pero generales. En ocasiones se les refiere como herramientas de vida que aplican a la conducta general y a la adquisición de competencias, tales como: planificar de antemano, la búsqueda de ayuda y el involucrarse en relaciones saludables. La otra teoría es la de salud-riesgo-conductual, la cual se enfoca en la adquisición de habilidades específicas para conseguir reducir los riesgos, tales como: la habilidad de negociar el sexo seguro y la utilización correcta del condón.
Hudges y McCauley plantean que existen tres grupos de jóvenes con necesidades de información, herramientas y servicios que son diferentes. Las autoras hacen la salvedad que no necesariamente los jóvenes tengan que pertenecer a un grupo particular, sino que pueden estar entre grupos; por ejemplo: un adolescente que se está moviendo de tener sexo sin protección a tener sexo con protección o a la abstinencia.
1. Jóvenes de la Comunidad que no han Iniciado Conductas de Riesgo
El primer grupo descrito está compuesto por jóvenes (usualmente muy jóvenes) que no han comenzado a tener relaciones sexuales, quienes reciben relativamente poco interés de aquellos que promueven programas de salud sexual y reproductiva. Los jóvenes de este grupo tienen como necesidades principales: el obtener información clara y certera, el acompañamiento de la mentoría y la construcción de habilidades (genéricas y específicas en cuanto a su salud sexual y reproductiva). No necesitan servicios clínicos y son renuentes a visitar escenarios clínicos en cualquier evento.
2. Jóvenes de la Comunidad que están Activos Sexualmente No Embarazadas
El segundo grupo contiene a jóvenes que se han iniciado en relaciones sexuales y no han experimentado consecuencias detrimentales para su salud. Este grupo recibe mayor atención de los promotores de programas de intervención para la salud sexual y reproductiva. Sus necesidades son: el obtener información clara y certera, entrenamiento en habilidades y el acompañamiento de la mentoría; con un enfoque más amplio en cada área. En adición, éstos necesitan tener acceso a cernimiento para enfermedades de transmisión sexual, y para las féminas, pruebas de embarazo. Los jóvenes necesitan acceder suministros de diferentes alternativas de contraceptivos y condones para evitar contagio de enfermedades (ETS/VIH). Para aquellos jóvenes que desean tener un embarazo, mucho de los cuales están casados o en uniones consensuales, necesitarán cuidados prenatales, obstétricos y postparto.
3. Jóvenes del Proyecto Nacer que participan del Modelo
En el último grupo, denominado grupo tres, estarán clasificados los jóvenes que se han iniciado en relaciones sexuales y han experimentado consecuencias detrimentales para su salud. Los jóvenes en este grupo son los que reciben mayor atención de los creadores de programas de intervención para la salud sexual y reproductiva. En muchos países en vías de desarrollo, los jóvenes de este grupo constituyen una parte sustancial de los casos de mortalidad y morbilidad materna y admisiones hospitalarias por complicaciones en el embarazo durante el parto y abortos. Los jóvenes de mayor edad son quienes tienden a dominar el grupo tres, pero la edad no puede ser el único factor para predecir la clasificación de los jóvenes a cualesquiera de los tres grupos anteriores. Las necesidades de los jóvenes en este grupo son: el tener acceso a un amplio espectro de servicios clínicos, así como el obtener información clara y certera, entrenamiento en habilidades y el acompañamiento de la mentoría.
4. Clínicas Externas en la Comunidad
Esta intervención primaria se ofrecerá a agencias, organizaciones no-gubernamentales y comunidades organizadas que no son impactadas actualmente por el Proyecto Nacer; pueden incluir: hospitales o proveedores de salud, escuelas, organizaciones sin fines de lucro, de base de fe o comunitarias, agencias gubernamentales, y/u otros. El propósito de esta intervención externa es prevenir los embarazos no deseados en los jóvenes, fomentando relaciones saludables y dignas. Los servicios se proveerán en la Unidad Móvil de Servicios del Proyecto Nacer que tiene dos áreas diseñadas para ofrecer los servicios en la localidad donde se identifique la necesidad.
La Iniciativa de Salud Sexual y Reproductiva del Proyecto Nacer tiene el propósito de atender a jóvenes en diversos niveles de riesgo, (que no están ligados a su edad) sino a su exposición a conductas de riesgo y sus resultados; al momento de ser intervenidos. Para identificar los niveles de riesgo según exposición a conductas sexuales de riesgo se utiliza las clasificaciones de Hughes y McCauley (1998) que se basan en las teorías del Aprendizaje Social y el Modelo de Creencia de Salud. Las categorías de exposición a conductas sexuales de riesgo incluyen: bajo, mediano y alto nivel de riesgo (Hughes & McCauley, 1998).
Hughes y McCauley (1998) describen en su estudio las teorías que generalmente cimentan el diseño de las intervenciones de salud sexual y reproductiva en los jóvenes, una de ellas es la teoría del desarrollo del adolescente, la cual parte de la premisa que para poder cubrir las necesidades personales y sociales, los jóvenes deben desarrollar unas herramientas fundamentales, pero generales. En ocasiones se les refiere como herramientas de vida que aplican a la conducta general y a la adquisición de competencias, tales como: planificar de antemano, la búsqueda de ayuda y el involucrarse en relaciones saludables. La otra teoría es la de salud-riesgo-conductual, la cual se enfoca en la adquisición de habilidades específicas para conseguir reducir los riesgos, tales como: la habilidad de negociar el sexo seguro y la utilización correcta del condón.
Hudges y McCauley plantean que existen tres grupos de jóvenes con necesidades de información, herramientas y servicios que son diferentes. Las autoras hacen la salvedad que no necesariamente los jóvenes tengan que pertenecer a un grupo particular, sino que pueden estar entre grupos; por ejemplo: un adolescente que se está moviendo de tener sexo sin protección a tener sexo con protección o a la abstinencia.
1. Jóvenes de la Comunidad que no han Iniciado Conductas de Riesgo
El primer grupo descrito está compuesto por jóvenes (usualmente muy jóvenes) que no han comenzado a tener relaciones sexuales, quienes reciben relativamente poco interés de aquellos que promueven programas de salud sexual y reproductiva. Los jóvenes de este grupo tienen como necesidades principales: el obtener información clara y certera, el acompañamiento de la mentoría y la construcción de habilidades (genéricas y específicas en cuanto a su salud sexual y reproductiva). No necesitan servicios clínicos y son renuentes a visitar escenarios clínicos en cualquier evento.
2. Jóvenes de la Comunidad que están Activos Sexualmente No Embarazadas
El segundo grupo contiene a jóvenes que se han iniciado en relaciones sexuales y no han experimentado consecuencias detrimentales para su salud. Este grupo recibe mayor atención de los promotores de programas de intervención para la salud sexual y reproductiva. Sus necesidades son: el obtener información clara y certera, entrenamiento en habilidades y el acompañamiento de la mentoría; con un enfoque más amplio en cada área. En adición, éstos necesitan tener acceso a cernimiento para enfermedades de transmisión sexual, y para las féminas, pruebas de embarazo. Los jóvenes necesitan acceder suministros de diferentes alternativas de contraceptivos y condones para evitar contagio de enfermedades (ETS/VIH). Para aquellos jóvenes que desean tener un embarazo, mucho de los cuales están casados o en uniones consensuales, necesitarán cuidados prenatales, obstétricos y postparto.
3. Jóvenes del Proyecto Nacer que participan del Modelo
En el último grupo, denominado grupo tres, estarán clasificados los jóvenes que se han iniciado en relaciones sexuales y han experimentado consecuencias detrimentales para su salud. Los jóvenes en este grupo son los que reciben mayor atención de los creadores de programas de intervención para la salud sexual y reproductiva. En muchos países en vías de desarrollo, los jóvenes de este grupo constituyen una parte sustancial de los casos de mortalidad y morbilidad materna y admisiones hospitalarias por complicaciones en el embarazo durante el parto y abortos. Los jóvenes de mayor edad son quienes tienden a dominar el grupo tres, pero la edad no puede ser el único factor para predecir la clasificación de los jóvenes a cualesquiera de los tres grupos anteriores. Las necesidades de los jóvenes en este grupo son: el tener acceso a un amplio espectro de servicios clínicos, así como el obtener información clara y certera, entrenamiento en habilidades y el acompañamiento de la mentoría.
4. Clínicas Externas en la Comunidad
Esta intervención primaria se ofrecerá a agencias, organizaciones no-gubernamentales y comunidades organizadas que no son impactadas actualmente por el Proyecto Nacer; pueden incluir: hospitales o proveedores de salud, escuelas, organizaciones sin fines de lucro, de base de fe o comunitarias, agencias gubernamentales, y/u otros. El propósito de esta intervención externa es prevenir los embarazos no deseados en los jóvenes, fomentando relaciones saludables y dignas. Los servicios se proveerán en la Unidad Móvil de Servicios del Proyecto Nacer que tiene dos áreas diseñadas para ofrecer los servicios en la localidad donde se identifique la necesidad.